Cuba es objeto de todo tipo de actividad disruptiva contra su economía y política. Eso incluye inundarla con dólares falsos. Por tanto hay procedimientos especiales para cambiar cualquier billete mayor de 20 dólares. Los cajeros en las tiendas le piden su pasaporte (si es extranjero) o su carnet de identidad (si es cubano) y anotan el número de pasaporte y la serie del billete. Eso se hace en casi todas partes.
Las únicas excepciones fueron en tiendas o restaurants donde conocía a los dueños personalmente y en un caso especial en un mercado de alto nivel llamado Le Select que queda en Miramar y es frecuentado por diplomáticos. (Seguramente piensan que si usted es extranjero o diplomático y que compra allí, no es probable que esté pasando dinero falso y que tal vez le pueda molestar que le pidan la identificación.)
En esa tienda vendían algunos artículos poco comunes (para Cuba) como por ejemplo trail mix (mezcla energética de cereales, semillas y frutas secas), cuatro tipos diferentes de salchichas alemanas y muchos licores inusuales. Allí vi en venta un pernil de cordero entero en 204 dólares US. Sin embargo, los precios para los productos cubanos corrientes tales como la cerveza Cristal y el café Cubita eran idénticos a los de las tiendas donde normalmente compran los cubanos.
La Cola:Hay colas en las tiendas y mercados, en el cine, en los bancos o para esperar la guagua. Las colas son un elemento constante en la vida cubana. En español la palabra para “line” es “la cola” y la palabra para “last” es “la última” o “el último” como en “Who´s last in line?” “¿Quién es el último?” Solamente hayuna cosa sorprendente que experimenté varias veces. Imagínese que las personas están en cola esperando una guagua. La guagua llega y se llena pero algunas personas no pueden entrar y tienen que esperar por la siguiente. La cola entonces se rompe y las personas se sientan en cualquier parte o se quedan de pie desordenadamente. Cuando llega la próxima guagua un rato después, las personas tranquilamente vuelven al puesto que tenían anteriormente en la cola.
Las personas venían y me preguntaban “el ultimo?” (“Are you the last?”) y entonces se colocaban detrás de mí. Yo quedé sorprendido ante esta organización tan espontánea, especialmente porque vengo de los Estados Unidos donde todo el mundo trata de ser (¿tiene que ser?) el primero en la fila, o manejar más rápido, o lo que sea. Cuando preguntaba cómo pueden lidiar con las colas, el mal servicio telefónico, etc., por lo general escuchaba la palabra “acostumbrado” (“I’m used to it.”) Es tan cotidiano que la mayoría de las personas ni piensan en ello.
A veces pensaba que las personas que trabajan con el público deben ver la película “La Muerte de un Burócrata” (“Death of a Bureaucrat”) por lo menos una vez al año. Esta famosa comedia cubana muestra lo locas que pueden volverse las cosas cuando las reglas se quieren hacer cumplir sin flexibilidad. Las experiencias pueden ser sumamente frustrantes. Sin embargo en muchas otras ocasiones las personas hacen lo indecible por tratar de ayudar y explicar cómo salir de los atolladeros burocráticos.
SUPLEMENTANDO LOS INGRESOS INDIVIDUALES
El año pasado vi a algunas personas pidiendo limosna. Me dijeron que eran personas que no estaban bien de la cabeza. Este año me pareció ver unas cuantas más. Siguen siendo muy pocas, mucho menos que en los EEUU, pero los que vi eran hombres a quienes les faltaba una o ambas piernas. Se sentaban en el piso o se paraban con muletas con una expresión contrita y una caja de cartón en la cual los que pasaban debían depositar alguna moneda. Algunos tenían en las manos pequeñas estatuillas artesanales de hombres a los que les faltaba alguna extremidad y que sostenían crucifijos. Eso me pareció muy extraño porque Cuba produce sus propias prótesis y entrena a las personas en su uso. También hay organizaciones que trabajan en función de los derechos de los minusválidos, los ciegos, los sordos etc.
El Vice Presidente cubano Carlos Lage dijo en la Conferencia de las Naciones Unidas de 1997 “Doscientos millones de niños duermen en las calles del mundo hoy en día. Ninguno de ellos es cubano.” Las palabras de Lage se han puesto en vallas en Cuba. Esa es la realidad cubana que yo vi. Sin embargo hay algunos adultos que parecen no tener casa. Me resultó interesante ver que todos esos adultos que merodeaban por las calles eran blancos.
Algunos ancianos que reciben pensiones muy pequeñas (solamente 150 pesos mensuales) ganan dinero vendiendo periódicos como Granma, Juventud Rebelde yTrabajadores a sobreprecio. Compran los periódicos al precio regular (20 centavos) y los venden al público por 1 peso cada uno. La gente que los compra entiende que de este modo están ayudando a vecinos menos afortunados.
LA COMIDA
Algunos de los alimentos fundamentales están fuertemente subsidiados y disponibles para los cubanos en tiendas estatales llamadas bodegas.
La mayor parte de los alimentos tienen que comprarse en mercados al aire libre y tiendas por departamentos en una combinación de ventas estatales y privadas. Los mercados aceptan pesos cubanos o dólares, mientras que las tiendas por departamentos (todas estatales) solo aceptan dólares US.
Las frutas y vegetales en los mercados al aire libre son adecuados pero no se exhiben de forma atractiva. La variedad es limitada. Uno lleva su propia bolsa plástica o se la compra a un vendedor a razón de cuatro por un peso.
La carne (y abunda en estos tiempos, especialmente la de cerdo) se encuentra en casi todas partes, Sin embargo se oferta sin refrigeración y al descubierto.
Las moscas se posan y caminan sobre la carne. Nunca me enfermé porque se cocina bien. Aprendí por experiencia a pedirles a los carniceros cómo quería que me cortaran y limpiaran la carne.
De lo contrario se puede recibir la carne con pedazos de huesos aplastados -mediante un golpe rápido y descuidado de la hachuela- en vez de separados cuidadosamente de la articulación. Algunos carniceros tienen una actitud displicente con respecto a ese trabajo.
Una vez al mes hay ventas masivas al aire libre de alimentos frescos desde camiones que traen los productos del campo. Los precios son la mitad de lo que cuestan los productos en los mercados regulares. La gente acepta las largas colas y otras molestias para abastecerse. Los alimentos tienen la misma calidad que en los agropecuarios regulares. Esto demuestra que la gente tiene la posibilidad (es decir refrigeradores y en algunos casos ‘freezers’) para almacenar toda esa comida.
Para muchos cubanos mayores de 40 años tener electricidad y refrigeradores en la casa continua siendo un acontecimiento. La falta de dinero e imposibilidad de sustituir maquinarias obliga a los cubanos a encontrar vías para mantener las cosas funcionando.
Hemos visto fotos de automóviles antiguos todavía recorriendo las calles cubanas. En las casas donde me alojé los refrigeradores tenían 40 o 50 años o más y eran norteamericanos.
Tenían congeladores muy chiquitos y necesitaban descongelaciones frecuentes, pero aparte de eso los viejos aparatos funcionaban bastante bien.
De hecho cuando tratamos de encontrar un refrigerador nuevo para mis anfitriones, ellos insistieron con firmeza en conservar el viejo y no deshacerse de él si se obtenía uno nuevo.
Cuba ha comenzado a fabricar sus propios refrigeradores además de poner a la venta modelos coreanos y de otras procedencias. Marcas norteamericanas como GE también estaban a la venta y eran sin duda las más caras, pero no pude averiguar si eran fabricados en los EEUU. Los modelos cubanos son considerablemente más baratos pero no son de descongelación automática (frost- free) porque eso consume mucha más electricidad. Los refrigeradores cubanos que vi tenían un diseño específico que permitía una sección de congelación mucho más espaciosa que los modelos tradicionales y parecían excelentes.
Los cubanos parecen tener un apetito insaciable por la mayonesa y el azúcar. Con frecuencia se hacen emparedados solamente con mayonesa. ¡Vi a personas comerla por cucharadas! (No debo hablar porque yo como mantequilla de maní por cucharadas…). El azúcar es mucho más que popular. Se echan enormes cantidades en pequeñitas tazas de café y también se le añade a los dulcísimos jugos de frutas.
Muchos centros de trabajo ofrecen alimentos para sus trabajadores a precios altamente subsidiados. La calidad de la comida puede ser des estimulante. Un día almorcé en un comedor obrero frente a un edificio de oficinas. La comida -consistente en revoltillo con pedacitos de jamón, arroz y algo que parecía una sopa- costaba 50 centavos. (¡Recuerde que eso equivale a 2.5 centavos de dólar!)
Los trabajadores que llevaban ahí bastante tiempo me dijeron que la comida era bastante buena mientras existió la Unión Soviética. La alianza le brindaba a Cuba un suministro estable de productos de primera necesidad a precios estables. Cuba podía limitar en cierta medida los efectos de las fluctuaciones en el mercado capitalista mundial. En definitivas, los alimentos estaban subsidiados y resultaban más baratos para toda la población cubana en esos tiempos.
El almuerzo lo sirven en una bandeja plástica con compartimentos, no en platos. Nos dieron cucharas, pero no tenedores ni cuchillos ni servilletas. Daba más bien la impresión de una escuela primaria o un hospital psiquiátrico. Una amiga lleva su propio tenedor porque no le gustas comer con cuchara. A fines del año pasado a veces no quedaba comida cuando los trabajadores llegaban para almorzar. Después se descubrió que los empleados del comedor habían estado robando comida para llevársela a sus casas.